Por José A. Cañizo
Os aviso antes de que os
llevéis las manos a la cabeza: lo más probable es que esto lo
hayáis oído cien veces antes de ahora. Ah, pero esto es un poco
distinto... Conocéis esa pregunta con truco que dice así:
¿Qué pesa más: un kilo
de plomo o un kilo de paja?.
Esto, dicho rápidamente
y respondida sin pensar, puede provocar que alguien diga "pues
un kilo de plomo, claro". Nosotros, que la estamos leyendo y tenemos
todo el tiempo del mundo para pensarla, vemos que de ambos hay
un kilo. Habrá más paja, pero pesar, pesarán lo mismo. ¿O no?
Esto hay que pensarlo mejor.
Es más, lo diremos directamente: uno de ellos pesa más que el
otro. No hay trucos de ningún tipo. Para asegurarnos de que se
entiende bien la pregunta, hagámosla de forma más exacta:
Tenemos un kilogramo de
plomo y un kilogramo de paja. En una báscula muy precisa los pesamos
a los dos, primero a uno y luego al otro, en cualquier laboratorio
(terrestre, claro) en condiciones normales. Os puedo asegurar
que uno de ellos pesará ligeramente más que el otro.
¿Cuál es, y por qué?